Anoche Nacho Sainz me dio la buena noticia, el Río Piles cumple 25 y años y lo quieren celebrar con todos nosotros. Dieciséis años después, aún recuerdo mi primer día de clase. Nos repartieron en tres grupos y a mi me tocó el A, siempre seríamos los del A. Allí hice mis primeros amigos de verdad, Javier y Sergio todavía siguen compartiendo conmigo las horas, nunca nos hemos separado desde entonces. Ana se ha vuelto a Brasil, pero de vez en cuando nos hace una visita. Sara vive en Madrid, pero la distancia no es problema. Y así muchos amigos desde aquel Septiembre estudiantil, desde que Pili nos llevó a nuestra clase y nos acogió con todo su cariño para cuidar de nosotros durante dos años.
Cada año llegaban nuevos amigos, Pablo, Isabel, Andrea, Clara, Iñigo... me parece increíble la nitidez con la que recuerdo el momento en que los presentaron a la clase.
Con Marisa pasamos mil horas entre 5º y 6º, de vez en cuando nos encontramos con ella y con Antonio y se nos alegra a todos un poco el día. Son buenos recuerdos.
Qué decir de Manso... Nos mandaba más deberes que ninguno y le quisimos como a ninguno, le queremos como a ninguno. A Manso le debemos muchos buenos momentos, muchas horas de laboratorio, que eran las más divertidas, excursiones a la playa a recoger algas, visita a Cabárceno, viaje a La Coruña... Siempre estuvo ahí para todos nosotros, nos regaló su cariño, sus historias, sus consejos, incluso sus riñas.
Y es ahora, al recordarlo y escribir esta carta, cuando me sonrío y se me humedecen los ojos, no me da vergüenza, no me importa reconocerlo, recuerdo el Colegio y me siento feliz. Allí pasé ocho años de mi vida, ocho estupendos años, un montón de amigos que aún hoy conservo y el cariño que nos regalaron los "profes" que nos vieron crecer, que nos vieron empezar a vivir.
Hace otros ochos años que mi quinta dejó el Río Piles, pero aún hoy muchos somos amigos y nos seguimos viendo cada semana. Muchas veces recordamos anécdotas, unas más felices que otras, pero la mayoría con mucho cariño.
Que no falte nadie a la fiesta, que nos veamos todos, que vuelvan los recuerdos.
Cada año llegaban nuevos amigos, Pablo, Isabel, Andrea, Clara, Iñigo... me parece increíble la nitidez con la que recuerdo el momento en que los presentaron a la clase.
Con Marisa pasamos mil horas entre 5º y 6º, de vez en cuando nos encontramos con ella y con Antonio y se nos alegra a todos un poco el día. Son buenos recuerdos.
Qué decir de Manso... Nos mandaba más deberes que ninguno y le quisimos como a ninguno, le queremos como a ninguno. A Manso le debemos muchos buenos momentos, muchas horas de laboratorio, que eran las más divertidas, excursiones a la playa a recoger algas, visita a Cabárceno, viaje a La Coruña... Siempre estuvo ahí para todos nosotros, nos regaló su cariño, sus historias, sus consejos, incluso sus riñas.
Y es ahora, al recordarlo y escribir esta carta, cuando me sonrío y se me humedecen los ojos, no me da vergüenza, no me importa reconocerlo, recuerdo el Colegio y me siento feliz. Allí pasé ocho años de mi vida, ocho estupendos años, un montón de amigos que aún hoy conservo y el cariño que nos regalaron los "profes" que nos vieron crecer, que nos vieron empezar a vivir.
Hace otros ochos años que mi quinta dejó el Río Piles, pero aún hoy muchos somos amigos y nos seguimos viendo cada semana. Muchas veces recordamos anécdotas, unas más felices que otras, pero la mayoría con mucho cariño.
Que no falte nadie a la fiesta, que nos veamos todos, que vuelvan los recuerdos.
Aida Costales